Para la mascota es imprescindible pasar tiempo contigo porque además de cariño y afecto necesitan tiempo de ocio para poder correr, jugar y descargar energía. De esta manera tendremos un compañero equilibrado y siempre dispuesto a pasar tiempo con nosotros.
Debemos pensar también en rutinas indispensables, por ejemplo, en lo que respecta a su alimentación, es muy importante establecer un momento al día para darle su comida. También importante es marcar rutinas para el aseo, además del baño, hay que cuidar otros aspectos del animal como cortar las uñas o cuidar su higiene dental.
El animal va a generar unos gastos con los que debemos contar, además de adquirir todos los enseres necesarios para su día a día (comedero, bebedero, cama) hay que pensar en el gasto de alimentación y veterinario y prever que tendremos que organizar nuestras salidas vacacionales, bien llevándolo consigo o buscándole un lugar o alojamiento para que permanezca mientras nosotros no estamos en casa.
Nuestra es la responsabilidad de su cuidado y de su educación para que pueda relacionarse bien con su entorno formado, tanto por personas como por animales. Nosotros somos los encargados de evitar que nuestra mascota moleste a otras personas o animales, para ello, debemos enseñarle buenos hábitos en casa y fuera de ella. Es también muy importante respetar normativas específicas en lugares públicos y por supuesto, no ensuciar la ciudad recogiendo sus deposiciones.
En definitiva, debemos ser conscientes de que tener un animal implica un cumplimiento de normas y comportamientos sociales y lo más importante, el tener siempre presente que nuestra mascota es un ser vivo, con unas necesidades físicas y emocionales concretas. En nuestras manos queda proporcionarle el bienestar que merece.
Si conseguimos limpiar todos los días evitaremos que se nos acumule la suciedad. No se trata de remangarnos día sí, día también, sino de realizar unas tareas básicas que reducirán la suciedad. Por ejemplo, pasa la aspiradora diariamente por aquellas habitaciones o superficies que estén expuestas a los pelos de tu perro (tapicerías, cama...). También puedes pasar la fregona por la zona dedicada a la comida y así conseguirás que no se acumule restos que podamos pisar y que puedan ensuciar otras zonas de la vivienda.
Nosotros, cuando llegamos a casa, nos quitamos los zapatos, con lo que conseguimos que la suciedad que hemos traído no se extienda por todos los rincones. Los perros no pueden hacer eso, pero eso no significa que no podamos limpiar sus patas cada vez que vengamos de paseo. Podemos pasarle una toallita, de esas de bebé, para eliminar los restos de suciedad que se hayan podido adherir al animal.
Este es un problema para muchas casas con perros, porque, por muy limpia que la tengamos, siempre huele a animal. Para reducir el olor podemos seguir una serie de pautas: limpia la cama y los objetos de tu perro de manera frecuente, esto es, una vez cada una o dos semanas. Pasa la fregona por aquellas habitaciones por las que se mueva el perro. Nada de usar productos que pueden resultar irritantes o corrosivos. Con un limpiador doméstico podemos limpiar el suelo y reducir el aroma a cánido.
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